El 10 y 11 de abril se realizará el Encuentro que pondrá a la Orinoquia en el centro de la agenda nacional

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Sobre el arte para el desarrollo

 

Autor: Julián VásquezSubdirector de Innovación Social

 

Necesitamos dar un salto, uno de los grandes, que nos permita migrar hacia un lugar diferente al que hemos habitado. Es el momento de movernos hacia la utopía y caminar hacia el mundo que soñamos. Suena muy fácil. Pero nos encontramos con una pregunta ineludible: ¿y cuál es el mundo que soñamos? No lo sabemos con certeza, y no lo sabemos no porque creamos que todo está perfecto, sino porque no es fácil imaginar algo diferente, y a la vez posible, que diste del acostumbrado fatalismo de todos los tiempos. Nos quedamos sin recursos para crear una historia diferente de país a la que nos hemos contado. No hemos tenido tiempo para sentir la tristeza en las dimensiones justas, y el temor a la culpa evade cualquier fragilidad. Tampoco hemos encontrado las palabras para narrar el dolor: excede nuestra comprensión. “Hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida”, decía García Márquez en aquel célebre discurso. Sin embargo, es el momento de pedirle más a la imaginación, no para narrar nuestro pasado, sino para caminar nuevos senderos. Necesitamos de alguien, de algo, quizás alguna excusa, que nos permita contemplar lo inconmensurable del dolor, así como lo ilimitado de la esperanza. Ese vehículo es el arte.

 

En una conversación con Federico, un joven venezolano que vive sus días en los espejos de Bogotá, y que con su danza hace sonreír hasta el cuero de los latidos de las tribus Malinke, le pregunté por qué entregó su vida al baile. “No sé, no sé por qué la danza tiene tanto poder en mí, es algo que no puedo responder, solo sé que es como lanzar una semilla, a algún lugar, y de la nada, te regresan costales, llenos de vida”. Si tuviera que ser yo quien responde a esa pregunta, no sabría qué decir. A decir verdad, no creo en el arte. Por lo menos, no en sí mismo. He visto cómo en nombre del arte se defienden las posturas más arrogantes de la moral y la estética. En el mundo de los artistas, se encuentran quienes están dispuestos a morir por un destello de aplauso. El público, determina el inicio y el fin de sus vidas, lo que es menos grave que aquellos para quienes el arte es tan solo la puerta para la glorificación universal de su obra. El arte puede cubrir de un halo de superioridad. Discrimina y excluye, y a éste se acude, muchas veces, para reproducir el odio. Por cierto, en su nombre se ha producido dolor, pues con gaitas y tambores fue perpetrada la masacre del El Salado.

 

¿Entonces por qué creo que es la excusa para caminar? He visto a Negra Ardiente, una mujer víctima de todo lo siniestro que, a través del canto, cura. He visto cómo Arleida, habitante del Urabá colombiano, quien maquilla sus pómulos como una forma de proteger ante los demás las huellas de odio ocasionadas por esposo, se desprende de sí misma en un baile de champeta mientras cocina un sancocho de pescado. He vivido en el baile de una djembe africano y unos cantos senegaleses, el llanto de amor y nostalgia de jóvenes que se toman los brazos aceitados de sudor después de horas intensas de danza afromandingue. He visto cómo las mujeres wayuu caminan horas insondables hablando con el sol mientras tejen la historia eterna de un pueblo. He visto como niñas de Medio Baudó hacen un recorrido, de casa en casa, para viajar en fila india hasta la bibliotecaria que leerles en voz alta cuentos que inventan otros mundos posibles. He sentido como una obra de teatro me hace revivir relaciones con mi madre y mi padre que permanecían ocultas en lugares sin soles. Creo en el arte porque he visto que permite soñar incluso cuando menos certeza hay de vivir, porque veo el potencial tan contundente que tiene para realizar transformaciones emocionales imposibles de lograr con otros lenguajes. He sentido en obras, en el cine, en el teatro, cómo llegan artistas desconocidos a las fibras más íntimas y desconfiadas de mi alma. En apenas dos minutos el Colegio del Cuerpo me ha hecho estallar en llanto por el dolor de la discriminación hacia la negritud que no han logrado extensas horas de lecciones históricas. Sin duda alguna, también es el vehículo más contundente para hacer sentir el deseo de lanzarse al abismo de la aventura de la vida, y es quien mejor sostiene la relación clandestina con el amor.

 

En este lugar que habitamos, necesitamos, ante todo, un cambio cultural. Sabemos que ya las luchas por las condiciones materiales de la existencia no son suficientes. El universo de las emociones y de la sensibilidad puede alejarnos de la incredulidad. Como canta Drexler, debemos acudir a el movimiento para que no muera la esperanza: migremos entonces y abandonemos el país que no queremos para construir en el camino aquél que imaginamos. Podemos viajar a lo imposible, hacia el mundo, en el que, simplemente, confiemos, y acompañados del arte de experiencia cotidiana, disfrutar de todas las posibilidades que regresan hechas costales de vida.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][/vc_column][/vc_row]

La Orinoquia, que abarca el 22% del territorio colombiano, pero solo el 4% de la población (DANE, 2025), es una región de contrastes y oportunidades únicas. Potencia agroindustrial, energética y ambiental, destacada por sus tierras fértiles, recursos estratégicos y biodiversidad, claves para la seguridad alimentaria y económica de Colombia. El Primer Encuentro Nacional por la Orinoquia, que se realizará los días 10 y 11 de abril de 2025 en Bogotá, en la Cámara de Comercio de Bogotá, sede Salitre será el escenario para construir una agenda de desarrollo que impulse el futuro, alineada con las prioridades nacionales y enfocadas en aprovechar todo su potencial.

La Orinoquia es el centro de la seguridad alimentaria de Colombia: para 2023 contaba con aproximadamente 1 millón de hectáreas sembradas de productos agrícolas, en las que se produce el 97% de la soya y el marañón, 48% del arroz, 45% de la palma de aceite, 15% del cacao y el 29% del plátano. Además, alberga el 21% del hato ganadero nacional. También es la región que garantiza la seguridad energética de Colombia: La Orinoquia aporta el 77% de la producción nacional de petróleo y un 26% del biodiesel se produce en esta región. Así mismo, esta región tiene un gran potencial para el avance en energías renovables posicionándose como un actor clave en la transición energética de Colombia. Adicionalmente, es una de las regiones con mayor potencial para el crecimiento del sector turístico con un 36% de crecimiento en los últimos 11 años.

A pesar de lo anterior, la Orinoquia no ha estado en el centro de la conversación nacional, por lo que, el Encuentro no será solo un foro de discusión, sino una plataforma para la acción y la construcción de soluciones concretas que partirán de los estudios de Fedesarrollo, el Consejo Privado de Competitividad y proyectos liderados por Pacto Orinoquia.

Al encuentro asistirán los gobernadores, empresarios, lideres del sector privado y de la sociedad civil de las organizaciones más importantes del país.

Además, se presentará el Ranking de Sostenibilidad, una iniciativa de la Cámara de Comercio de Bogotá que reconocerá a las empresas y proyectos más destacados por su compromiso con la sostenibilidad ambiental, social y económica del país. Como parte de la agenda, se habilitarán espacios de networking diseñados para fomentar alianzas estratégicas entre empresarios, organizaciones sociales, agencias de cooperación internacional, embajadas y entidades gubernamentales, creando oportunidades concretas para impulsar el desarrollo integral de la Orinoquia.

Convocamos a todos los empresarios, inversionistas y lideres a participar en esta reunión que no tiene precedentes en el país.

Para más información visite: www.ensamblexl.co/encuentro-orinoquia

 

SOBRE ARTEAGA LATAM

Arteaga Latam es una compañía de desarrollo fundada en Colombia en 2013, y actualmente opera en 10 países de América Latina. Es la firma dueña de los principales estudios sindicados de la industria extractiva (Brújula Minera y Barómetro Petrolero), del Índice de Inversión Social Privada, del Observatorio Colombiano de la Industria del Cannabis y del Monitor de Desarrollo Territorial.

Para más información:

Contacto Comunicaciones Arteaga Latam: Arelys Aguilar [email protected] 

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